Wednesday, September 13, 2006

Y LLEGO LA MANCHA. PLENA Y BAJA EDAD MEDIA

Desde el siglo XI hasta el XV evoluciona la situación del cultivo de la vid y el comercio del vino tanto en España como en su entorno. Las viñas van pasando de ser exclusivamente monásticas o nobiliarias a convertirse en una explotación suburbana en manos de rentistas que se quedaban con la mitad del vino producido en su propiedad. Esta circunstancia lleva a una gran expansión y comienzan a dibujarse contra el horizonte esos mares verdes que marcarán la personalidad de muchas zonas de población de nuestro entorno. Por otra parte el consumo se ha generalizado. En las dietas, sobre todo las de la población rural, el vino es el segundo componente, tras el pan, que por cierto empieza a estar mal visto el mojarlo directamente. Se reserva en las casas parte de buen vino para la celebración de los banquetes funerarios, en Aragón, La Rioja y Castilla se cierran los tratos con una comida donde no falta nunca el vino, ¿les suenan de algo estas costumbres?. El gremio de taberneros adquiere importancia social y económica, la calidad de sus vinos se inspecciona y son fuente primordial de impuestos para los poderes públicos. Paralelamente el clero no ha dejado de darle importancia, Bernardo de Caraval refundador de la orden del Cister considera al vino como la bebida más idónea, tanto para sanos como para enfermos, pues entre otras propiedades, en pequeñas cantidades favorece la digestión. Esto lleva a su Orden a promover la viticultura de alta calidad; lagares, cubas, embudos, barriles, tierras y buen hacer del elaborador toman importancia, logrando avances en lo que ya podemos considerar la ciencia enológica. Los monjes lo consumen en comida y cena, incluso en desayuno con pan, en caso de ancianos o enfermos, y como curiosidad, son castigados con su privación si rompen el silencio monástico.
La Mancha que hasta el siglo XII, salvo las comarcas toledanas, esta mayoritariamente despoblada, con la reconquista y el reparto de tierras, comienza a dejar de ser tan solo tierra fronteriza de choques y recelos, para ir consolidando núcleos de población y debido a la influencia de las Ordenes Militares, que dirigen estos asentamientos, se generaliza el culto al vino y las plantaciones de viña, cubierta vegetal que se adapta bien al terreno y que siglos después es la barrera más importante frente a la desertización, duplicando como consecuencia el valor de su presencia alrededor de nuestros pueblos, la viña hoy, es vino pero sobre todo es vida, el color de La Mancha debe ser el verde de nuestras viñas y no el que marque un funcionario europeo. Pero volvamos al pasado, ya existían los problemas por la comercialización y para demostrarlo están los datos que aporta la historia de nuestros vecinos alcazareños, corría el año 1308 cuando se quejaban oficialmente contra el Comendador Real por permitir que llegara y se vendiera en la localidad vino de fuera cuando se plantaba viña en Alcázar de San Juan, debe ser que no confiaban en afrontar la venta en libre competencia de sus caldos con los de otros lugares, en eso las bodegas de La Mancha han sabido evolucionar y apostar por la calidad

2006 - Luís Menchén

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